6 de Octubre.
Domingo 27 Tiempo Ordinario. Lc 17, 5-10
Oracion
Espíritu de la Verdad,
que procedes del Padre y del Hijo y que hablaste por los profetas: acude en
nuestra ayuda y revélanos el sentido de las Escrituras. Haz que el texto
bíblico se convierta para nosotros en Palabra viva y liberadora, que produzca
en nosotros(as) la adhesión y el seguimiento radical de Jesús. AMÉN.
1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
• Una persona proclama
con solemnidad el texto Bíblico
• Cada persona lee en silencio el texto bíblico para
profundizar
Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la
fe.» 6 El Señor respondió: «Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que
un granito de mostaza, dirán a ese árbol: “Arráncate y plántate en el mar”, y
el árbol les obedecerá. 7 ¿Acaso tienen un servidor que está arando o cuidando
el rebaño? Y cuando éste vuelve del campo, ¿le dicen acaso: “Entra y descansa?”
8 ¿No le dirán más bien: “Prepárame la comida y ponte el delantal para servirme
hasta que yo haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?” 9 ¿Y quién
de ustedes se sentirá agradecido con él porque hizo lo que le fue mandado? 10
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que les ha sido mandado, digan:
“Somos servidores no necesarios, hemos hecho lo que era nuestro deber”.»
• Leer la palabra o frase
que te ha llamado la atención
• Por qué esta palabra o frase me llama la atención.
2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO
• ¿Qué piden los apóstoles al Señor?
• ¿Cómo les responde Jesús?
• ¿Qué actitud debe tener el discípulo ante Dios?
Auméntanos la fe.
José Antonio Pagola
Auméntanos la fe. Así le
piden los apóstoles a Jesús: “añádenos más fe a la que ya tenemos”. Sienten que
la fe que vive desde niños dentro de Israel es insuficiente. A esa fe
tradicional han de añadirle “algo más” para seguir a Jesús. Y, ¿quién mejor que
él mismo para darles lo que falta a su fe?
Jesús les responde con
un dicho algo enigmático: Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a
esta morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar” y los obedecería. Los
discípulos le están pidiendo una nueva dosis de fe, pero lo que necesitan no es
eso. Su problema consiste en que la fe auténtica que hay en su corazón, no
llega ni a un granito de mostaza.
Jesús les viene a decir:
lo importante no es la cantidad de fe, sino la calidad. Que cuiden dentro de su
corazón una fe viva, fuerte y eficaz. Para entendernos, una fe capaz de
arrancar árboles como el sicómoro, símbolo de solidez y estabilidad, y de
plantarlo en medio del lago de Galilea.
Probablemente, lo
primero que necesitamos hoy los cristianos no es “aumentar” nuestra fe y creer
más en toda la doctrina que hemos ido formulando a lo largo de los siglos. Lo
decisivo es reavivar en nosotros una fe viva y fuerte en Jesús. Lo importante
no es creer cosas, sino creerle a él.
Jesús es lo mejor que
tenemos en la Iglesia, y lo mejor que podemos ofrecer y comunicar al mundo de
hoy. Por eso, nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a
Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras
comunidades y nuestros corazones.
Para ello necesitamos
conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su proyecto, captar
bien su intención de fondo, sintonizar con él, recuperar el “fuego” que él
encendió en sus primeros seguidores, contagiarnos de su pasión por Dios y su
compasión por los últimos. Si no es así, nuestra fe seguirá siendo más pequeña
que un granito de mostaza. No arrancará árboles ni plantará nada nuevo.
3) RELACIÓN CON NUESTRA VIDA
• ¿Creemos que con una fe como un grano de mostaza tendríamos
la fuerza de Dios para cambiar el mundo?
• Hacer de la propia vida un servicio sin esperar recompensa:
¿Cuándo hemos sido capaces de vivir así?
• ¿Creemos que se nos debe agradecer siempre lo que hemos hecho?
4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.
5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD
• ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué
podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
6) Juntos oramos la siguiente oración y
rezamos el Padre Nuestro.
Padre Bueno, que en
Jesús nos has mostrado el camino del servicio y la entrega sin ostentación ni
exigencias; haz que nosotros, con motivos mucho mayores, seamos humildes,
sencillos y fraternales, sin reclamar nunca honores, reconocimientos ni
agradecimientos. AMÉN.
13 de Octubre.
Domingo 28 Tiempo Ordinario. Lc 17, 11-19
Oración
Ven Espíritu Santo. Abre
nuestras inteligencias y nuestros corazones para acoger y comprender la Palabra
de Dios. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla
en nuestras vidas. AMÉN.
1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
• Una persona proclama
con solemnidad el texto Bíblico
• Cada persona lee en silencio el texto bíblico para
profundizar
"11.De camino a
Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, 12. Y al
entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a
cierta distancia 13.y gritaban: “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros.”
14. Jesús les dijo: “Vayan y preséntense a los sacerdotes.” 15. Mientras iban
quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió de inmediato alabando a Dios
en alta voz, 16. Y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole
las gracias. Era un samaritano. 17 .Jesús entonces preguntó: “¿No han sido
sanados los diez? ¿Dónde están los otros nueve? 18. ¿Así que ninguno volvió a
glorificar a Dios fuera de este extranjero?” 19. Y Jesús le dijo: «Levántate y
vete; tu fe te ha salvado."
• Leer la palabra o frase
que te ha llamado la atención
• Por qué esta palabra o frase me llama la atención.
2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO
• ¿Adónde se dirige Jesús? ¿Quiénes salen a su
encuentro?
• ¿Qué sucede con los leprosos mientras iban de camino?
• ¿Qué hace y qué dice el samaritano para mostrar su
gratitud?
• ¿De qué se extrañó Jesús?
Curación
José Antonio Pagola
El episodio es conocido.
Jesús cura a diez leprosos enviándolos a los sacerdotes para que les autoricen
a volver sanos a sus familias. El relato podía haber terminado aquí. Al
evangelista, sin embargo, le interesa destacar la reacción de uno de ellos.
Una vez curados, los
leprosos desaparecen de escena. Nada sabemos de ellos. Parece como si nada se
hubiera producido en sus vidas. Sin embargo, uno de ellos “ve que está curado”
y comprende que algo grande se le ha regalado: Dios está en el origen de
aquella curación. Entusiasmado, vuelve “alabando a Dios a grandes gritos” y
“dando gracias a Jesús”.
Por lo general, los
comentaristas interpretan su reacción en clave de agradecimiento: los nueve son
unos desagradecidos; solo el que ha vuelto sabe agradecer. Ciertamente es lo
que parece sugerir el relato. Sin embargo, Jesús no habla de agradecimiento.
Dice que el samaritano ha vuelto “para dar gloria a Dios”. Y dar gloria a Dios
es mucho más que decir gracias.
Dentro de la pequeña
historia de cada persona, probada por enfermedades, dolencias y aflicciones, la
curación es una experiencia privilegiada para dar gloria a Dios como Salvador
de nuestro ser. Así dice una célebre fórmula de san Ireneo de Lion: “Lo que a
Dios le da gloria es un hombre lleno de vida”. Ese cuerpo curado del leproso es
un cuerpo que canta la gloria de Dios.
Creemos saberlo todo sobre el funcionamiento de nuestro organismo, pero
la curación de una grave enfermedad no deja de sorprendernos. Siempre es un
“misterio” experimentar en nosotros cómo se recupera la vida, cómo se reafirman
nuestras fuerzas y cómo crece nuestra confianza y nuestra libertad.
Pocas experiencias
podremos vivir tan radicales y básicas como la sanación, para experimentar la
victoria frente al mal y el triunfo de la vida sobre la amenaza de la muerte.
Por eso, al curarnos, se nos ofrece la posibilidad de acoger de forma renovada
a Dios que viene a nosotros como fundamento de nuestro ser y fuente de vida
nueva.
La medicina moderna
permite hoy a muchas personas vivir el proceso de curación con más frecuencia
que en tiempos pasados. Hemos de agradecer a quienes nos curan, pero la
sanación puede ser, además, ocasión y estímulo para iniciar una nueva relación
con Dios. Podemos pasar de la indiferencia a la fe, del rechazo a la acogida,
de la duda a la confianza, del temor al amor.
Esta acogida sana de
Dios nos puede curar de miedos, vacíos y heridas que nos hacen daño. Nos puede
enraizar en la vida de manera más saludable y liberada. Nos puede sanar
integralmente.
3) RELACIÓN CON NUESTRA VIDA
• ¿Quiénes son los modernos "leprosos" que la
sociedad evita, discrimina y deja al margen?
• ¿Cuál es nuestra acción
concreta hacia esos desvalidos?
• ¿Qué aprendemos para nuestra vida de la actitud del
leproso samaritano?
• ¿Vivimos en actitud de acción de gracias? ¿Cómo es nuestra
oración?
4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.
¿Cuál es el mensaje del
texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga
realidad?
Juntos oramos la
siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Señor, te damos gracias
por la vida que nos regalas día a día. Hoy nos has mostrado tu voluntad de que
se rompan las barreras y fronteras que nos separan, de que los
"leprosos" de todos los tiempos sean curados y se integren a la
comunidad; danos una actitud abierta y acogedora como la suya, que destruya los
efectos de la marginación y nos ayude a construir un mundo para todos, hermanos
y hermanas sin distinción. Amen.
Oracion
Señor Jesús, abre
nuestros ojos y oídos a tu Palabra. Queremos leer y escuchar tu voz y meditar
tus enseñanzas. Envía tu Espíritu Santo
y despierta nuestra inteligencia, para que tu Palabra penetre nuestros corazones y podamos saborearla y comprenderla. Danos una gran fe en ti, para que tus palabras sean la luz que nos
guíe por los caminos de la justicia y de la verdad. Habla, Señor, te escuchamos y deseamos poner
en práctica tu Palabra. AMÉN.
1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
• Una persona proclama
con solemnidad el texto Bíblico
• Cada persona lee en silencio el texto bíblico para
profundizar
1 Jesús les mostró con un ejemplo que debían
orar siempre, sin desanimarse jamás: 2.”En una ciudad había un juez que no
temía a Dios ni le importaba la gente. 3. En la misma ciudad había también una
viuda que acudía a él para decirle: Hazme justicia contra mi adversario.
4.Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: Es
cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, 5.pero esta viuda ya me
molesta tanto que le voy a hacer justicia; de lo contrario acabará rompiéndome
la cabeza.” 6. Y el Señor dijo: “¿Se han fijado en las palabras de este juez
malo? 7. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos, si claman a él día y
noche, mientras él deja que esperen? 8. Yo les aseguro que les hará justicia, y
lo hará pronto. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la
tierra?».
• Leer la palabra o frase
que te ha llamado la atención
• Por qué esta palabra o frase me llama la atención.
2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO
• ¿Para qué contó Jesús esta parábola?
• ¿Qué tipo de persona era el juez?
• ¿Qué es lo que hace y dice la viuda?
• ¿Cuál fue la actitud
del juez al principio? ¿Qué cambio se da en él y por qué cambió?
• ¿Cuál es la
enseñanza l que hace Jesús en la
parábola?
El clamor de los que
sufren
José Antonio Pagola
La parábola de la viuda
y el juez sin escrúpulos es, como tantos otros, un relato abierto que puede
suscitar en los/as oyentes diferentes resonancias. Según Lucas, es una llamada
a orar sin desanimarse, pero es también una invitación a confiar en que Dios
hará justicia a quienes les gritan día y noche. ¿Qué resonancia puede tener hoy
en nosotros este relato dramático que nos recuerda a tantas víctimas abandonadas
injustamente a su suerte?
En la tradición bíblica
la viuda es símbolo por excelencia de la persona que vive sola y desamparada.
Esta mujer no tiene marido ni hijos que la defiendan. No cuenta con apoyos ni
recomendaciones. Solo tiene adversarios que abusan de ella, y un juez sin religión
ni conciencia al que no le importa el sufrimiento de nadie.
Lo que pide la mujer no
es un capricho. Solo reclama justicia. Esta es su protesta repetida con firmeza
ante el juez: “Hazme justicia”. Su petición es la de todos los oprimidos
injustamente. Un grito que está en la línea de lo que decía Jesús a los suyos:
“Buscad el reino de Dios y su justicia”.
Es cierto que Dios tiene
la última palabra y hará justicia a quienes les gritan día y noche. Esta es la
esperanza que ha encendido en nosotros Cristo, resucitado por el Padre de una
muerte injusta. Pero, mientras llega esa hora, el clamor de quienes viven
gritando sin que nadie escuche su grito, no cesa.
Para una gran mayoría de
la humanidad la vida es una interminable noche de espera. Las religiones predican
salvación. El cristianismo proclama la victoria del Amor de Dios encarnado en
Jesús crucificado. Mientras tanto, millones de seres humanos solo experimentan
la dureza de sus hermanos y el silencio de Dios. Y, muchas veces, somos los
mismos creyentes quienes ocultamos su rostro de Padre velándolo con nuestro
egoísmo religioso.
¿Por qué nuestra
comunicación con Dios no nos hace escuchar por fin el clamor de los que sufren
injustamente y nos gritan de mil formas: «Hacednos justicia»? Si, al orar, nos encontramos
de verdad con Dios, ¿cómo no somos capaces de escuchar con más fuerza las
exigencias de justicia que llegan hasta su corazón de Padre?
La parábola nos
interpela a todos los creyentes. ¿Seguiremos alimentando nuestras devociones
privadas olvidando a quienes viven sufriendo? ¿Continuaremos orando a Dios para
ponerlo al servicio de nuestros intereses, sin que nos importen mucho las
injusticias que hay en el mundo? ¿Y si orar fuese precisamente olvidarnos de
nosotros y buscar con Dios un mundo más justo para todos?
3. RELACIÓN CON NUESTRA VIDA
• La viuda pudiera representar a personas sencillas del
pueblo que, a pesar de su pequeñez e indefensión, encuentran fuerza en su fe
para defender sus derechos, Dar
ejemplos.
• Para nosotros ¿Es necesario
orar siempre sin desanimarse? ¿Por qué?
• ¿Nosotros como están comprometidos en la búsqueda de la
justicia?
4) OBSERVA EL DIBUJO CON
ATENCIÓN Y MEDITA.
5) PARA COMPROMETERNOS
CON LA REALIDAD
• ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué
podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
Juntos oramos la
siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Padre de misericordia:
confiamos a ti la esperanza y la resistencia de todas las personas que reclaman
insistentemente una justicia que no saben de dónde les llegará. Danos fe y
valor para resistir la tentación de la
desesperanza para permanecer firmes
junto a Ti. en la oración constante y en la construcción del Reino. AMÉN.
Oracion
Señor Jesús, envía tu
Espíritu Santo para ayudarnos a comprender tu Palabra. Ilumina nuestras
inteligencias y comunícanos la fuerza necesaria para seguir lo que Tu Palabra
nos va a revelar. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo
escuchar sino también poner en práctica la Palabra. AMÉN.
1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
• Una persona proclama
con solemnidad el texto Bíblico
• Cada persona lee en silencio el texto bíblico para
profundizar
Jesús dijo esta parábola
por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás.
10 «Dos hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano.
11 El fariseo, puesto de pie, oraba en su interior de esta manera: “Oh Dios, te
doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y
adúlteros, o como ese publicano... 12 Ayuno dos veces por semana y doy la
décima parte de todas mis entradas.” 13 Mientras tanto el publicano se quedaba
atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el
pecho diciendo: “Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador.” 14 Yo les
digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el
fariseo no. Porque el que se hace grande será humillado y el que se humilla
será enaltecido.»
• Leer la palabra o frase
que te ha llamado la atención
• Por qué esta palabra o frase me llama la atención.
2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO
• ¿A quiénes está dirigida esta parábola?
• En el Templo: ¿Qué actitud tiene y cómo reza el fariseo? ¿Y
el publicano?
• ¿Cuál es la opinión de Jesús sobre los dos?
• ¿Cuál es la aplicación final que Jesús hace de la parábola?
LA POSTURA JUSTA
José Antonio Pagola
Según Lucas, Jesús
dirige la parábola del fariseo y el publicano a algunos que presumen de ser
justos ante Dios y desprecian a los demás. Los dos protagonistas que suben al
templo a orar representan dos actitudes religiosas contrapuestas e
irreconciliables. Pero, ¿cuál es la postura justa y acertada ante Dios? Ésta es
la pregunta de fondo.
El fariseo es un
observante escrupuloso de la ley y un practicante fiel de su religión. Se
siente seguro en el templo. Ora de pie y con la cabeza erguida. Su oración es
la más hermosa: una plegaria de alabanza y acción de gracias a Dios. Pero no le
da gracias por su grandeza, su bondad o misericordia, sino por lo bueno y
grande que es él mismo.
En seguida se observa
algo falso en esta oración. Más que orar, este hombre se contempla a sí mismo.
Se cuenta su propia historia llena de méritos. Necesita sentirse en regla ante
Dios y exhibirse como superior a los demás.
Este hombre no sabe lo
que es orar. No reconoce la grandeza misteriosa de Dios ni confiesa su propia
pequeñez. Buscar a Dios para enumerar ante él nuestras buenas obras y
despreciar a los demás es de imbéciles. Tras su aparente piedad se esconde una
oración "atea". Este hombre no necesita a Dios. No le pide nada. Se
basta a sí mismo.
La oración del publicano
es muy diferente. Sabe que su presencia en el templo es mal vista por todos. Su
oficio de recaudador es odiado y despreciado. No se excusa. Reconoce que es
pecador. Sus golpes de pecho y las pocas palabras que susurra lo dicen todo:
«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».
Este hombre sabe que no
puede vanagloriarse. No tiene nada que ofrecer a Dios, pero sí mucho que
recibir de él: su perdón y su misericordia. En su oración hay autenticidad.
Este hombre es pecador, pero está en el camino de la verdad.
El fariseo no se ha
encontrado con Dios. Este recaudador, por el contrario, encuentra en seguida la
postura correcta ante él: la actitud del que no tiene nada y lo necesita todo.
No se detiene siquiera a confesar con detalle sus culpas. Se reconoce pecador.
De esa conciencia brota su oración: «Ten compasión de este pecador».
Los dos suben al templo
a orar, pero cada uno lleva en su corazón su imagen de Dios y su modo de
relacionarse con él. El fariseo sigue enredado en una religión legalista: para
él lo importante es estar en regla con Dios y ser más observante que nadie. El
recaudador, por el contrario, se abre al Dios del Amor que predica Jesús: ha
aprendido a vivir del perdón, sin vanagloriarse de nada y sin condenar a nadie.
3) RELACIÓN CON NUESTRA VIDA
• El fariseo es, en los evangelios, aquel que habla de una
manera y actúa de otra, un hipócrita: ¿Qué actitudes "farisaicas"
conocemos: en la Iglesia, en
nuestro país, en nuestro ambiente?
• ¿Tenemos algo también de ellas?
• ¿Nos creemos a veces mejores o despreciamos a los demás?
4) OBSERVA EL DIBUJO CON
ATENCIÓN Y MEDITA.
5) PARA COMPROMETERNOS
CON LA REALIDAD
• ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué
podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
6) Juntos oramos la
siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Dios Padre Nuestro, cuyo
Hijo se encarnó en nuestro linaje humano despojándose de sus títulos de gloria
y pasando por "uno de tantos", enséñanos a caminar tras sus huellas,
poniendo nuestro corazón sinceramente en la verdadera gloria: dar nuestra vida
humildemente en el amor y el servicio del Reino de Dios. AMÉN.