martes, 5 de noviembre de 2019

Kerigma Octubre


6 de Octubre. Domingo  27  Tiempo Ordinario.   Lc 17, 5-10

Oracion
Espíritu de la Verdad, que procedes del Padre y del Hijo y que hablaste por los profetas: acude en nuestra ayuda y revélanos el sentido de las Escrituras. Haz que el texto bíblico se convierta para nosotros en Palabra viva y liberadora, que produzca en nosotros(as) la adhesión y el seguimiento radical de Jesús. AMÉN.

1)         PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
          Una persona  proclama con solemnidad el texto Bíblico
          Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar

 Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe.» 6 El Señor respondió: «Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un granito de mostaza, dirán a ese árbol: “Arráncate y plántate en el mar”, y el árbol les obedecerá. 7 ¿Acaso tienen un servidor que está arando o cuidando el rebaño? Y cuando éste vuelve del campo, ¿le dicen acaso: “Entra y descansa?” 8 ¿No le dirán más bien: “Prepárame la comida y ponte el delantal para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?” 9 ¿Y quién de ustedes se sentirá agradecido con él porque hizo lo que le fue mandado? 10 Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que les ha sido mandado, digan: “Somos servidores no necesarios, hemos hecho lo que era nuestro deber”.»


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          Por qué esta palabra o frase me llama la atención.

2)        PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO

          ¿Qué piden los apóstoles al Señor?
          ¿Cómo les responde Jesús?
          ¿Qué actitud debe tener el discípulo  ante Dios?


Auméntanos la fe.
José Antonio Pagola

Auméntanos la fe. Así le piden los apóstoles a Jesús: “añádenos más fe a la que ya tenemos”. Sienten que la fe que vive desde niños dentro de Israel es insuficiente. A esa fe tradicional han de añadirle “algo más” para seguir a Jesús. Y, ¿quién mejor que él mismo para darles lo que falta a su fe?
Jesús les responde con un dicho algo enigmático: Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esta morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar” y los obedecería. Los discípulos le están pidiendo una nueva dosis de fe, pero lo que necesitan no es eso. Su problema consiste en que la fe auténtica que hay en su corazón, no llega ni a un granito de mostaza.
Jesús les viene a decir: lo importante no es la cantidad de fe, sino la calidad. Que cuiden dentro de su corazón una fe viva, fuerte y eficaz. Para entendernos, una fe capaz de arrancar árboles como el sicómoro, símbolo de solidez y estabilidad, y de plantarlo en medio del lago de Galilea.
Probablemente, lo primero que necesitamos hoy los cristianos no es “aumentar” nuestra fe y creer más en toda la doctrina que hemos ido formulando a lo largo de los siglos. Lo decisivo es reavivar en nosotros una fe viva y fuerte en Jesús. Lo importante no es creer cosas, sino creerle a él.
Jesús es lo mejor que tenemos en la Iglesia, y lo mejor que podemos ofrecer y comunicar al mundo de hoy. Por eso, nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.
Para ello necesitamos conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su proyecto, captar bien su intención de fondo, sintonizar con él, recuperar el “fuego” que él encendió en sus primeros seguidores, contagiarnos de su pasión por Dios y su compasión por los últimos. Si no es así, nuestra fe seguirá siendo más pequeña que un granito de mostaza. No arrancará árboles ni plantará nada nuevo.



3)        RELACIÓN CON NUESTRA VIDA

          ¿Creemos que con una fe como un grano de mostaza tendríamos la fuerza de Dios para cambiar el mundo?    
          Hacer de la propia vida un servicio sin esperar recompensa: ¿Cuándo hemos sido capaces de vivir así?
          ¿Creemos que se nos debe agradecer siempre  lo que hemos hecho?



4)        OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.







5)        PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD

          ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

6)        Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Padre Bueno, que en Jesús nos has mostrado el camino del servicio y la entrega sin ostentación ni exigencias; haz que nosotros, con motivos mucho mayores, seamos humildes, sencillos y fraternales, sin reclamar nunca honores, reconocimientos ni agradecimientos. AMÉN.



13 de Octubre. Domingo  28  Tiempo Ordinario.   Lc 17, 11-19

Oración

Ven Espíritu Santo. Abre nuestras inteligencias y nuestros corazones para acoger y comprender la Palabra de Dios. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas. AMÉN.

1)         PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
          Una persona  proclama con solemnidad el texto Bíblico
          Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar

"11.De camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, 12. Y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia 13.y gritaban: “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros.” 14. Jesús les dijo: “Vayan y preséntense a los sacerdotes.” 15. Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió de inmediato alabando a Dios en alta voz, 16. Y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano. 17 .Jesús entonces preguntó: “¿No han sido sanados los diez? ¿Dónde están los otros nueve? 18. ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este extranjero?” 19. Y Jesús le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado."
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2)        PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO

          ¿Adónde se dirige Jesús? ¿Quiénes salen a su encuentro? 
          ¿Qué sucede con los leprosos mientras iban de camino?
          ¿Qué hace y qué dice el samaritano para mostrar su gratitud?
          ¿De qué se extrañó Jesús?


Curación
José Antonio Pagola
El episodio es conocido. Jesús cura a diez leprosos enviándolos a los sacerdotes para que les autoricen a volver sanos a sus familias. El relato podía haber terminado aquí. Al evangelista, sin embargo, le interesa destacar la reacción de uno de ellos.
Una vez curados, los leprosos desaparecen de escena. Nada sabemos de ellos. Parece como si nada se hubiera producido en sus vidas. Sin embargo, uno de ellos “ve que está curado” y comprende que algo grande se le ha regalado: Dios está en el origen de aquella curación. Entusiasmado, vuelve “alabando a Dios a grandes gritos” y “dando gracias a Jesús”.
Por lo general, los comentaristas interpretan su reacción en clave de agradecimiento: los nueve son unos desagradecidos; solo el que ha vuelto sabe agradecer. Ciertamente es lo que parece sugerir el relato. Sin embargo, Jesús no habla de agradecimiento. Dice que el samaritano ha vuelto “para dar gloria a Dios”. Y dar gloria a Dios es mucho más que decir gracias.

Dentro de la pequeña historia de cada persona, probada por enfermedades, dolencias y aflicciones, la curación es una experiencia privilegiada para dar gloria a Dios como Salvador de nuestro ser. Así dice una célebre fórmula de san Ireneo de Lion: “Lo que a Dios le da gloria es un hombre lleno de vida”. Ese cuerpo curado del leproso es un cuerpo que canta la gloria de Dios.  Creemos saberlo todo sobre el funcionamiento de nuestro organismo, pero la curación de una grave enfermedad no deja de sorprendernos. Siempre es un “misterio” experimentar en nosotros cómo se recupera la vida, cómo se reafirman nuestras fuerzas y cómo crece nuestra confianza y nuestra libertad.

Pocas experiencias podremos vivir tan radicales y básicas como la sanación, para experimentar la victoria frente al mal y el triunfo de la vida sobre la amenaza de la muerte. Por eso, al curarnos, se nos ofrece la posibilidad de acoger de forma renovada a Dios que viene a nosotros como fundamento de nuestro ser y fuente de vida nueva.
La medicina moderna permite hoy a muchas personas vivir el proceso de curación con más frecuencia que en tiempos pasados. Hemos de agradecer a quienes nos curan, pero la sanación puede ser, además, ocasión y estímulo para iniciar una nueva relación con Dios. Podemos pasar de la indiferencia a la fe, del rechazo a la acogida, de la duda a la confianza, del temor al amor.
Esta acogida sana de Dios nos puede curar de miedos, vacíos y heridas que nos hacen daño. Nos puede enraizar en la vida de manera más saludable y liberada. Nos puede sanar integralmente.

3)        RELACIÓN CON NUESTRA VIDA

          ¿Quiénes son los modernos "leprosos" que la sociedad evita, discrimina y deja al margen?
          ¿Cuál es nuestra acción  concreta hacia esos desvalidos?
          ¿Qué aprendemos para nuestra vida de la actitud del leproso samaritano?
          ¿Vivimos en actitud de acción de gracias? ¿Cómo es nuestra oración?

4)        OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.



 5)        PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD
¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Señor, te damos gracias por la vida que nos regalas día a día. Hoy nos has mostrado tu voluntad de que se rompan las barreras y fronteras que nos separan, de que los "leprosos" de todos los tiempos sean curados y se integren a la comunidad; danos una actitud abierta y acogedora como la suya, que destruya los efectos de la marginación y nos ayude a construir un mundo para todos, hermanos y hermanas sin distinción.  Amen.


 20 de Octubre. Domingo  29  Tiempo Ordinario.   Lc 18, 1-8
Oracion
Señor Jesús, abre nuestros ojos y oídos a tu Palabra. Queremos leer y escuchar tu voz y meditar tus enseñanzas.  Envía tu Espíritu Santo y despierta nuestra inteligencia, para que tu Palabra penetre nuestros corazones  y podamos saborearla y comprenderla.  Danos una gran fe en ti,  para que tus palabras sean la luz que nos guíe por los caminos de la justicia y de la verdad.  Habla, Señor, te escuchamos y deseamos poner en práctica tu Palabra. AMÉN.
 
1)         PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
          Una persona  proclama con solemnidad el texto Bíblico
          Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar
  1 Jesús les mostró con un ejemplo que debían orar siempre, sin desanimarse jamás: 2.”En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaba la gente. 3. En la misma ciudad había también una viuda que acudía a él para decirle: Hazme justicia contra mi adversario. 4.Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, 5.pero esta viuda ya me molesta tanto que le voy a hacer justicia; de lo contrario acabará rompiéndome la cabeza.” 6. Y el Señor dijo: “¿Se han fijado en las palabras de este juez malo? 7. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos, si claman a él día y noche, mientras él deja que esperen? 8. Yo les aseguro que les hará justicia, y lo hará pronto. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?».
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2)        PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO

          ¿Para qué contó Jesús esta parábola?
          ¿Qué tipo de persona era el juez?
          ¿Qué es lo que hace y dice la viuda? 
          ¿Cuál fue  la actitud del juez al principio? ¿Qué cambio se da en él y por qué cambió?
          ¿Cuál es la   enseñanza  l que hace Jesús en la parábola?


El clamor de los que sufren
José Antonio Pagola

La parábola de la viuda y el juez sin escrúpulos es, como tantos otros, un relato abierto que puede suscitar en los/as oyentes diferentes resonancias. Según Lucas, es una llamada a orar sin desanimarse, pero es también una invitación a confiar en que Dios hará justicia a quienes les gritan día y noche. ¿Qué resonancia puede tener hoy en nosotros este relato dramático que nos recuerda a tantas víctimas abandonadas injustamente a su suerte?
En la tradición bíblica la viuda es símbolo por excelencia de la persona que vive sola y desamparada. Esta mujer no tiene marido ni hijos que la defiendan. No cuenta con apoyos ni recomendaciones. Solo tiene adversarios que abusan de ella, y un juez sin religión ni conciencia al que no le importa el sufrimiento de nadie.
Lo que pide la mujer no es un capricho. Solo reclama justicia. Esta es su protesta repetida con firmeza ante el juez: “Hazme justicia”. Su petición es la de todos los oprimidos injustamente. Un grito que está en la línea de lo que decía Jesús a los suyos: “Buscad el reino de Dios y su justicia”.
Es cierto que Dios tiene la última palabra y hará justicia a quienes les gritan día y noche. Esta es la esperanza que ha encendido en nosotros Cristo, resucitado por el Padre de una muerte injusta. Pero, mientras llega esa hora, el clamor de quienes viven gritando sin que nadie escuche su grito, no cesa.
Para una gran mayoría de la humanidad la vida es una interminable noche de espera. Las religiones predican salvación. El cristianismo proclama la victoria del Amor de Dios encarnado en Jesús crucificado. Mientras tanto, millones de seres humanos solo experimentan la dureza de sus hermanos y el silencio de Dios. Y, muchas veces, somos los mismos creyentes quienes ocultamos su rostro de Padre velándolo con nuestro egoísmo religioso.
¿Por qué nuestra comunicación con Dios no nos hace escuchar por fin el clamor de los que sufren injustamente y nos gritan de mil formas: «Hacednos justicia»? Si, al orar, nos encontramos de verdad con Dios, ¿cómo no somos capaces de escuchar con más fuerza las exigencias de justicia que llegan hasta su corazón de Padre?
La parábola nos interpela a todos los creyentes. ¿Seguiremos alimentando nuestras devociones privadas olvidando a quienes viven sufriendo? ¿Continuaremos orando a Dios para ponerlo al servicio de nuestros intereses, sin que nos importen mucho las injusticias que hay en el mundo? ¿Y si orar fuese precisamente olvidarnos de nosotros y buscar con Dios un mundo más justo para todos?



 3. RELACIÓN CON NUESTRA VIDA

          La viuda pudiera representar a personas sencillas del pueblo que, a pesar de su pequeñez e indefensión, encuentran fuerza en su fe para defender sus derechos,   Dar ejemplos.
          Para nosotros ¿Es necesario  orar siempre sin desanimarse? ¿Por qué?
          ¿Nosotros como están comprometidos en la búsqueda de la justicia?



4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.




5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD
          ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Padre de misericordia: confiamos a ti la esperanza y la resistencia de todas las personas que reclaman insistentemente una justicia que no saben de dónde les llegará. Danos fe y valor para resistir  la tentación de la desesperanza  para permanecer firmes junto a Ti. en la oración constante y en la construcción del Reino.  AMÉN.


 27 de Octubre. Domingo  30  Tiempo Ordinario.   Lc 18, 9-14
Oracion
Señor Jesús, envía tu Espíritu Santo para ayudarnos a comprender tu Palabra. Ilumina nuestras inteligencias y comunícanos la fuerza necesaria para seguir lo que Tu Palabra nos va a revelar. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar sino también poner en práctica la Palabra. AMÉN.

1)         PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
          Una persona  proclama con solemnidad el texto Bíblico
          Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar

Jesús dijo esta parábola por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás. 10 «Dos hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto de pie, oraba en su interior de esta manera: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros, o como ese publicano... 12 Ayuno dos veces por semana y doy la décima parte de todas mis entradas.” 13 Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador.” 14 Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque el que se hace grande será humillado y el que se humilla será enaltecido.»



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2)        PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO

          ¿A quiénes está dirigida esta parábola?
          En el Templo: ¿Qué actitud tiene y cómo reza el fariseo? ¿Y el publicano?
          ¿Cuál es la opinión de Jesús sobre los dos? 
          ¿Cuál es la aplicación final que Jesús hace de la parábola?


 LA POSTURA JUSTA


 José Antonio Pagola
Según Lucas, Jesús dirige la parábola del fariseo y el publicano a algunos que presumen de ser justos ante Dios y desprecian a los demás. Los dos protagonistas que suben al templo a orar representan dos actitudes religiosas contrapuestas e irreconciliables. Pero, ¿cuál es la postura justa y acertada ante Dios? Ésta es la pregunta de fondo.
El fariseo es un observante escrupuloso de la ley y un practicante fiel de su religión. Se siente seguro en el templo. Ora de pie y con la cabeza erguida. Su oración es la más hermosa: una plegaria de alabanza y acción de gracias a Dios. Pero no le da gracias por su grandeza, su bondad o misericordia, sino por lo bueno y grande que es él mismo.
En seguida se observa algo falso en esta oración. Más que orar, este hombre se contempla a sí mismo. Se cuenta su propia historia llena de méritos. Necesita sentirse en regla ante Dios y exhibirse como superior a los demás.
Este hombre no sabe lo que es orar. No reconoce la grandeza misteriosa de Dios ni confiesa su propia pequeñez. Buscar a Dios para enumerar ante él nuestras buenas obras y despreciar a los demás es de imbéciles. Tras su aparente piedad se esconde una oración "atea". Este hombre no necesita a Dios. No le pide nada. Se basta a sí mismo.
La oración del publicano es muy diferente. Sabe que su presencia en el templo es mal vista por todos. Su oficio de recaudador es odiado y despreciado. No se excusa. Reconoce que es pecador. Sus golpes de pecho y las pocas palabras que susurra lo dicen todo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».
Este hombre sabe que no puede vanagloriarse. No tiene nada que ofrecer a Dios, pero sí mucho que recibir de él: su perdón y su misericordia. En su oración hay autenticidad. Este hombre es pecador, pero está en el camino de la verdad.
El fariseo no se ha encontrado con Dios. Este recaudador, por el contrario, encuentra en seguida la postura correcta ante él: la actitud del que no tiene nada y lo necesita todo. No se detiene siquiera a confesar con detalle sus culpas. Se reconoce pecador. De esa conciencia brota su oración: «Ten compasión de este pecador».
Los dos suben al templo a orar, pero cada uno lleva en su corazón su imagen de Dios y su modo de relacionarse con él. El fariseo sigue enredado en una religión legalista: para él lo importante es estar en regla con Dios y ser más observante que nadie. El recaudador, por el contrario, se abre al Dios del Amor que predica Jesús: ha aprendido a vivir del perdón, sin vanagloriarse de nada y sin condenar a nadie.

3)        RELACIÓN CON NUESTRA VIDA

          El fariseo es, en los evangelios, aquel que habla de una manera y actúa de otra, un hipócrita: ¿Qué actitudes "farisaicas" conocemos:           en la Iglesia, en nuestro país, en nuestro ambiente? 
          ¿Tenemos algo también de ellas?
          ¿Nos creemos a veces mejores o despreciamos a los demás?





4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.





5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD
          ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?



6) Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Dios Padre Nuestro, cuyo Hijo se encarnó en nuestro linaje humano despojándose de sus títulos de gloria y pasando por "uno de tantos", enséñanos a caminar tras sus huellas, poniendo nuestro corazón sinceramente en la verdadera gloria: dar nuestra vida humildemente en el amor y el servicio del Reino de Dios.  AMÉN.