15 de Octubre. Domingo 28 del T.O. Mt 22, 1-14
Oración
Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos a escuchar con corazón abierto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir frutos del Reino con nuestra perseverancia. AMÉN.
1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
• Una persona proclama con solemnidad el texto Bíblico
• Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar
1 Jesús siguió hablándoles por medio de parábolas: 2 «Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un rey preparaba las bodas de su hijo, 3 por lo que mandó a sus servidores a llamar a los invitados a la fiesta. Pero éstos no quisieron venir. 4 De nuevo envió a otros servidores con orden de decir a los invitados: “He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda”. 5 Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. 6 Los demás tomaron a los servidores del rey, los maltrataron y los mataron. 7 El rey se enojó y envió a sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos e incendiaron su ciudad. 8 Después dijo a sus servidores: “El banquete de bodas sigue esperando, pero los que habían sido invitados no eran dignos. 9 Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren”. 10 Los servidores salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, de modo que la sala se llenó de invitados. 11 Después entró el rey para conocer a los que estaban sentados a la mesa, y vio un hombre que no se había puesto el traje de fiesta. 12 Le dijo: “Amigo, ¿cómo es que has entrado sin traje de bodas?” El hombre se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a sus servidores: “Atenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llorar y el rechinar de dientes”. 14 Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos.»
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2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO
• ¿A quiénes dirige Jesús la parábola?
• ¿Con qué se compara el Reino de los Cielos?
• ¿Qué actitud tuvieron los invitados a la primera y segunda invitación a la boda?
• Cuando supo del rechazo: ¿A quiénes llama entonces el rey para compartir su banquete?
• ¿Quiénes finalmente entraron a la sala del banquete?
• ¿Qué hizo el rey con el invitado sin un vestido apropiado?
• ¿Todos los invitados, o llamados, son elegidos?
INVITACIÓN
José Antonio Pagola
Jesús conocía muy bien cómo disfrutaban los campesinos de Galilea en las bodas que se celebraban en las aldeas. Sin duda, él mismo tomó parte en más de una. ¿Qué experiencia podía haber más gozosa para aquellas gentes que ser invitados a una boda y poder sentarse con los vecinos a compartir juntos un banquete de bodas?
Este recuerdo vivido desde niño le ayudó en algún momento a comunicar su experiencia de Dios de una manera nueva y sorprendente. Según Jesús, Dios está preparando un banquete final para todos sus hijos pues a todos los quiere ver sentados, junto a él, disfrutando para siempre de una vida plenamente dichosa.
Podemos decir que Jesús entendió su vida entera como una gran invitación a una fiesta final en nombre de Dios. Por eso, Jesús no impone nada a la fuerza, no presiona a nadie. Anuncia la Buena Noticia de Dios, despierta la confianza en el Padre, enciende en los corazones la esperanza. A todos les ha de llegar su invitación.
¿Qué ha sido de esta invitación de Dios? ¿Quién la anuncia? ¿Quién la escucha? ¿Dónde se habla en la Iglesia de esta fiesta final? Satisfechos con nuestro bienestar, sordos a lo que no sea nuestros intereses inmediatos, nos parece que ya no necesitamos de Dios ¿Nos acostumbraremos poco a poco a vivir sin necesidad de alimentar una esperanza última?
Jesús era realista. Sabía que la invitación de Dios puede ser rechazada. En la parábola de “los invitados a la boda” se habla de diversas reacciones de los invitados. Unos rechazan la invitación de manera consciente y rotunda: “no quisieron ir. Otros responden con absoluta indiferencia: “no hicieron caso”. Les importan más sus tierras y negocios.
Pero, según la parábola, Dios no se desalienta. Por encima de todo, habrá una fiesta final. El deseo de Dios es que la sala del banquete se llene de invitados. Por eso, hay que ir a “los cruces de los caminos”, por donde caminan tantas gentes errantes, que viven sin esperanza y sin futuro. La Iglesia ha de seguir anunciando con fe y alegría la invitación de Dios proclamada en el Evangelio de Jesús.
El papa Francisco está preocupado por una predicación que se obsesiona “por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia”. El mayor peligro está según él en que ya “no será propiamente el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas. El mensaje correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener olor a Evangelio”.
3) RELACIÓN CON NUESTRA VIDA
• ¿Hay gente que rechaza a Dios? ¿A que nos invita Dios?
• ¿Cuáles son en mi vida "los asuntos urgentes" que me impiden aceptar la invitación de Dios?
• En nuestra comunidad se siente que la fe es alegría, una fiesta?
4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.
5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD
¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Señor de la Vida, Tú nos has preparado desde siempre una fiesta y nos quieres reunir en torno a tu mesa para participar en la misma vida. Te damos gracias por habernos llamado por medio de Jesús, tu Hijo. Tu Espíritu nos haga siempre atentos y disponibles para continuar acogiendo tu invitación para ser personas nuevas, creadas según Dios en la justicia y el amor, a imagen de Cristo, para poder entrar en la fiesta de tu Reino. Sírvete de nosotros, si lo deseas, para continuar llamando a la gente al banquete universal de tu Reino. AMÉN.