14 de diciembre. III de Adviento. Mt 11, 2-11
Oración
Señor, gracias por tu Palabra que me invita a tener los ojos abiertos y los oídos atentos para reconocerte en todo lo que me sucede. Ayúdame, Señor, para que con mi vida yo pueda decirles a mis amigos quién eres tú, no tanto por lo que sé, sino porque te he experimentado vivo y presente en mi camino. Amén.
1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
• Una persona proclama con solemnidad el texto Bíblico
• Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar
Juan, que estaba en la cárcel, oyó hablar de las obras de Cristo, por lo que envió a sus discípulos 3 a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?» 4 Jesús les contestó: «Vayan y cuéntenle a Juan lo que ustedes están viendo y oyendo: 5 los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una Buena Nueva llega a los pobres. 6 ¡Y dichoso aquél para quien yo no sea motivo de escándalo!» 7 Una vez que se fueron los mensajeros, Jesús comenzó a hablar de Juan a la gente: «Cuando ustedes fueron al desierto, ¿qué iban a ver? ¿Una caña agitada por el viento? 8 ¿Qué iban ustedes a ver? ¿Un hombre con ropas finas? Los que visten ropas finas viven en palacios. 9 Entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un profeta? Eso sí y, créanme, más que un profeta. 10 A éste se refiere el texto de la Escritura: Yo voy a enviar mi mensajero delante de ti, para que te preceda abriéndote el camino. 11 Yo se lo digo: de entre los hijos de mujer no se ha manifestado uno más grande que Juan Bautista, y sin embargo el más pequeño en el Reino de los Cielos es más que él.
• Leer la palabra o frase e que te ha llamado la atención
• Por qué esta palabra o frase me llama la atención.
2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO
• ¿Estando en la cárcel Juan el Bautista, ¿de qué oyó hablar?
• ¿Qué mandó a preguntar a Jesús?
• ¿Quién es más grande que Juan el Bautista?
CURAR HERIDAS.
José Antonio Pagola
La actuación de Jesús dejó desconcertado al Bautista. Él esperaba un Mesías que extirparía del mundo el pecado imponiendo el juicio riguroso de Dios, no un Mesías dedicado a curar heridas y aliviar sufrimientos. Desde la prisión de Maqueronte envía un mensaje a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”.
Jesús le responde con su vida de profeta curador: “Decidle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. Este es el verdadero Mesías: el que viene a aliviar el sufrimiento, curar la vida y abrir un horizonte de esperanza a los pobres.
Jesús se siente enviado por un Padre misericordioso que quiere para todos un mundo más digno y dichoso. Por eso, se entrega a curar heridas, sanar dolencias y liberar la vida. Y por eso pide a todos: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.
Jesús no se siente enviado por un Juez riguroso para juzgar a los pecadores y condenar al mundo. Por eso, no atemoriza a nadie con gestos justicieros, sino que ofrece a pecadores y prostitutas su amistad y su perdón. Y por eso pide a todos: “No juzguéis y no seréis juzgados”.
Jesús no cura nunca de manera arbitraria o por puro sensacionalismo. Cura movido por la compasión, buscando restaurar la vida de esas gentes enfermas, abatidas y rotas. Son las primeras que han de experimentar que Dios es amigo de una vida digna y sana.
Jesús no insistió nunca en el carácter prodigioso de sus curaciones ni pensó en ellas como receta fácil para suprimir el sufrimiento en el mundo. Presentó su actividad curadora como signo para mostrar a sus seguidores en qué dirección hemos de actuar para abrir caminos a ese proyecto humanizador del Padre que él llamaba “reino de Dios”.
El Papa Francisco afirma que “curar heridas” es una tarea urgente: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor, cercanía y proximidad a los corazones... Esto es lo primero: curar heridas, curar heridas”. Habla luego de “hacernos cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela”. Habla también de “caminar con las personas en la noche, saber dialogar e incluso descender a su noche y oscuridad sin perderse”.
Al confiar su misión a los discípulos, Jesús no los imagina como doctores, jerarcas, liturgistas o teólogos, sino como curadores. Su tarea será doble: anunciar que el reino Dios está cerca y curar enfermos.
3) RELACIÓN CON NUESTRA VIDA
• ¿Por qué Juan Bautista está preso?
• ¿Cómo era Juan y qué hacía?
• ¿Somos como San Juan Bautista?
• ¿Vamos preguntando nosotros quién es Jesús?
4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.
5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD
• Juan Bautista preparó el camino del Señor. ¿Cómo estamos preparando este año su venida a nivel personal, familiar y comunitario?
6) Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey,
bendeciré tu nombre por siempre;
todos los días te bendeciré,
alabaré tu nombre por siempre. (Sal 145,1-2)