sábado, 16 de abril de 2022

Kerigma de Abril

17 de Abril. Domingo  de Pascua.   Lc 24, 13-35

Oración

Señor Jesucristo, luz del mundo, fuente de vida y de gozo, danos tu Espíritu de amor y de verdad para que, como María Magdalena, Pedro y Juan, sepamos descubrir e interpretar a la luz de la Palabra los signos de tu vida presente en nuestro mundo y acogerlos con fe para vivir siempre en el gozo de tu presencia aún cuando todo parezca rodeado de las tinieblas de la tristeza y del mal.  AMÉN. 


1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.

Una persona  proclama con solemnidad el texto Bíblico

Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar

 El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida. 2 Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: 'Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. 3 Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5 Como se inclinara, vio los lienzos tumbados, pero no entró. 6 Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos tumbados. 7 El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó. 9 Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡él 'debía' resucitar de entre los muertos!'

Leer la palabra o frase   que te  ha llamado la atención

Por qué esta palabra o frase me llama la atención.


2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO


¿Quién fue la primera persona en llegar a la tumba de Jesús?   ¿Qué hace?

En la carrera con Pedro, ¿Quién llegó primero al sepulcro y qué hizo?

¿Qué hizo Pedro al llegar? ¿Qué pasó con el discípulo amado cuando entró al sepulcro vacío?

¿Qué es lo que no entendían todavía de la Escritura?


¿DÓNDE BUSCAR AL QUE VIVE?

José Antonio Pagola

 

La fe en Jesús, resucitado por el Padre, no brotó de manera natural y espontánea en el corazón de los discípulos. Antes de encontrarse con él, lleno de vida, los evangelistas hablan de su desorientación, su búsqueda en torno al sepulcro, sus interrogantes e incertidumbres.

María de Magdala es el mejor prototipo de lo que acontece probablemente en todos. Según el relato de Juan, busca al crucificado en medio de tinieblas, «cuando  aún estaba oscuro». Como es natural, lo busca «en el sepulcro». Todavía no sabe que la muerte ha sido vencida. Por eso, el vacío del sepulcro la deja desconcertada. Sin Jesús, se siente perdida.

Los otros evangelistas recogen otra tradición que describe la búsqueda de todo el grupo de mujeres. No pueden olvidar al Maestro que las ha acogido como discípulas: su amor las lleva hasta el sepulcro. No encuentran allí a Jesús, pero escuchan el mensaje que les indica hacia dónde han de orientar su búsqueda: « ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado».

La fe en Cristo resucitado no nace tampoco hoy en nosotros de forma espontánea, sólo porque lo hemos escuchado desde niños a catequistas y predicadores. Para abrirnos a la fe en la resurrección de Jesús, hemos de hacer nuestro propio recorrido. Es decisivo no olvidar a Jesús, amarlo con pasión y buscarlo con todas nuestras fuerzas, pero no en el mundo de los muertos. Al que vive hay que buscarlo donde hay vida.

Si queremos encontrarnos con Cristo resucitado, lleno de vida y de fuerza creadora, lo hemos de buscar, no en una religión muerta, reducida al cumplimiento y la observancia externa de leyes y normas, sino allí donde se vive según el Espíritu de Jesús, acogido con fe, con amor y con responsabilidad por sus seguidores.

Lo hemos de buscar, no entre cristianos divididos y enfrentados en luchas estériles, vacías de amor a Jesús y de pasión por el Evangelio, sino allí donde vamos construyendo comunidades que ponen a Cristo en su centro porque, saben que «donde están reunidos dos o tres en su nombre, allí está Él».

Al que vive no lo encontraremos en una fe estancada y rutinaria, gastada por toda clase de tópicos y fórmulas vacías de experiencia, sino buscando una calidad nueva en nuestra relación con él y en nuestra identificación con su proyecto. Un Jesús apagado e inerte, que no enamora ni seduce, que no toca los corazones ni contagia su libertad, es un "Jesús muerto". No es el Cristo vivo, resucitado por el Padre. No es el que vive y hace vivir.

 

 3. RELACIÓN CON NUESTRA VIDA


¿Cuál es su experiencia de encuentro personal con el Señor Resucitado? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?

El Discípulo Amado “vio y creyó”: ¿Qué es lo que nos lleva a creer que Jesús está vivo, que está presente entre nosotros, hoy, dando vida nueva a los pobres? 


4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.



5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD

¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.

Señor de la vida, que nos llenas de gozo con ocasión de las fiestas anuales de Pascua. Ayúdanos para que, renovados por la gran alegría experimentada por la comunidad, trabajemos siempre por vencer los signos de la muerte. Haz de nosotros testigos convencidos del triunfo final del Amor y de la Vida.     AMÉN.