sábado, 13 de agosto de 2022

Kerigma de Agosto

14 de Agosto.  XX del Tiempo Ordinario.   Lc 12, 49-53

Oración

Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas.  AMÉN.

 

1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.

Una persona  proclama con solemnidad el texto Bíblico

Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar

He venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!  50 Pero también he de recibir un bautismo y ¡qué angustia siento hasta que no se haya cumplido!

51 ¿Creen ustedes que he venido para establecer la paz en la tierra? Les digo que no; más bien he venido a traer división. 52Pues de ahora en adelante hasta en una casa de cinco personas habrá división: tres contra dos y dos contra tres.  53 El padre estará contra del hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»


  Leer la palabra o frase  e que te  ha llamado la atención

Por qué esta palabra o frase me llama la atención.


2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO

¿Qué vino a traer Jesús a la tierra?

¿Por qué Jesús se siente angustiado? ¿A qué se refiere Jesús cuando dice que tiene que “recibir un bautismo”, por el cual deberá pasar para cumplir su misión?

¿Qué dice Jesús referente a la “paz”? 


PRENDER FUEGO

José Antonio Pagola


 Son bastantes los cristianos que, profundamente arraigados en una situación de bienestar, tienden a considerar el cristianismo como una religión que, invariablemente, debe preocuparse de mantener la ley y el orden establecido.

Por eso, resulta tan extraño escuchar en boca de Jesús dichos que invitan, no al inmovilismo y conservadurismo, sino a la transformación profunda y radical de la sociedad: «He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo… ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división».

No nos resulta fácil ver a Jesús como alguien que trae un fuego destinado a destruir tanta mentira, violencia e injusticia. Un Espíritu capaz de transformar el mundo, de manera radical, aun a costa de enfrentar y dividir a las personas.

El creyente en Jesús no es una persona fatalista que se resigna ante la situación, buscando, por encima de todo, tranquilidad y falsa paz. No es un inmovilista que justifica el actual orden de cosas, sin trabajar con ánimo creador y solidario por un mundo mejor. Tampoco es un rebelde que, movido por el resentimiento, echa abajo todo para asumir él mismo el lugar de aquellos a los que ha derribado.

El que ha entendido a Jesús actúa movido por la pasión y aspiración de colaborar en un cambio total. El verdadero cristiano lleva la «revolución» en su corazón. Una revolución que no es «golpe de estado», cambio cualquiera de gobierno, insurrección o relevo político, sino búsqueda de una sociedad más justa.

El orden que, con frecuencia, defendemos, es todavía un desorden. Porque no hemos logrado dar de comer a todos los hambrientos, ni garantizar sus derechos a toda persona, ni siquiera eliminar las guerras o destruir las armas nucleares.

Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos. H. Marcuse escribía que necesitamos un mundo «en el que la competencia, la lucha de los individuos unos contra otros, el engaño, la crueldad y la masacre ya no tengan razón de ser».

Quien sigue a Jesús, vive buscando ardientemente que el fuego encendido por él arda cada vez más en este mundo. Pero, antes que nada, se exige a sí mismo una transformación radical: «solo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esta es verdaderamente la revolución» (E. Mounier).

 

3) RELACIÓN CON NUESTRA VIDA

Jesús habla de su misión y de sí mismo como un “fuego sobre la tierra” y también dice “¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!”.  ¿Ardemos en su fuego? ¿Qué actitudes y hechos de nuestra vida lo demuestran?

Cuando nos dejamos transformar por Jesús ardemos en su fuego: ¿Qué pasa con nuestra familia? ¿Con nuestros amigos o con la gente?


4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.



 

5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD

¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad? 


6) Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.

Señor, sabemos que los valores del Reino no son aceptados por toda la gente. Ayúdanos a ser solidarios(as), a trabajar por la justicia, a buscar la paz, a construir fraternidad y así alimentar con nuestras palabras, gestos y actitudes el fuego de tu misión.  AMÉN.