14 de Agosto. XX del Tiempo Ordinario. Lc 12, 49-53
Oración
Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas. AMÉN.
1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
• Una persona proclama con solemnidad el texto Bíblico
• Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar
He venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! 50 Pero también he de recibir un bautismo y ¡qué angustia siento hasta que no se haya cumplido!
51 ¿Creen ustedes que he venido para establecer la paz en la tierra? Les digo que no; más bien he venido a traer división. 52Pues de ahora en adelante hasta en una casa de cinco personas habrá división: tres contra dos y dos contra tres. 53 El padre estará contra del hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
• Leer la palabra o frase e que te ha llamado la atención
• Por qué esta palabra o frase me llama la atención.
2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO
• ¿Qué vino a traer Jesús a la tierra?
• ¿Por qué Jesús se siente angustiado? ¿A qué se refiere Jesús cuando dice que tiene que “recibir un bautismo”, por el cual deberá pasar para cumplir su misión?
• ¿Qué dice Jesús referente a la “paz”?
PRENDER FUEGO
José Antonio Pagola
Son bastantes los cristianos que, profundamente arraigados en una situación de bienestar, tienden a considerar el cristianismo como una religión que, invariablemente, debe preocuparse de mantener la ley y el orden establecido.
Por eso, resulta tan extraño escuchar en boca de Jesús dichos que invitan, no al inmovilismo y conservadurismo, sino a la transformación profunda y radical de la sociedad: «He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo… ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división».
No nos resulta fácil ver a Jesús como alguien que trae un fuego destinado a destruir tanta mentira, violencia e injusticia. Un Espíritu capaz de transformar el mundo, de manera radical, aun a costa de enfrentar y dividir a las personas.
El creyente en Jesús no es una persona fatalista que se resigna ante la situación, buscando, por encima de todo, tranquilidad y falsa paz. No es un inmovilista que justifica el actual orden de cosas, sin trabajar con ánimo creador y solidario por un mundo mejor. Tampoco es un rebelde que, movido por el resentimiento, echa abajo todo para asumir él mismo el lugar de aquellos a los que ha derribado.
El que ha entendido a Jesús actúa movido por la pasión y aspiración de colaborar en un cambio total. El verdadero cristiano lleva la «revolución» en su corazón. Una revolución que no es «golpe de estado», cambio cualquiera de gobierno, insurrección o relevo político, sino búsqueda de una sociedad más justa.
El orden que, con frecuencia, defendemos, es todavía un desorden. Porque no hemos logrado dar de comer a todos los hambrientos, ni garantizar sus derechos a toda persona, ni siquiera eliminar las guerras o destruir las armas nucleares.
Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos. H. Marcuse escribía que necesitamos un mundo «en el que la competencia, la lucha de los individuos unos contra otros, el engaño, la crueldad y la masacre ya no tengan razón de ser».
Quien sigue a Jesús, vive buscando ardientemente que el fuego encendido por él arda cada vez más en este mundo. Pero, antes que nada, se exige a sí mismo una transformación radical: «solo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esta es verdaderamente la revolución» (E. Mounier).
3) RELACIÓN CON NUESTRA VIDA
• Jesús habla de su misión y de sí mismo como un “fuego sobre la tierra” y también dice “¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!”. ¿Ardemos en su fuego? ¿Qué actitudes y hechos de nuestra vida lo demuestran?
• Cuando nos dejamos transformar por Jesús ardemos en su fuego: ¿Qué pasa con nuestra familia? ¿Con nuestros amigos o con la gente?
4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.
5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD
• ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
6) Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Señor, sabemos que los valores del Reino no son aceptados por toda la gente. Ayúdanos a ser solidarios(as), a trabajar por la justicia, a buscar la paz, a construir fraternidad y así alimentar con nuestras palabras, gestos y actitudes el fuego de tu misión. AMÉN.