11 DE SEPTIEMBRE. Domingo 24 TIEMPO ORDINARIO
Lc 15, 1- 32
ORACIÓN
Ven Espíritu Santo. Ilumínanos con tu luz para acoger hoy la Palabra de Dios. Abre nuestras inteligencias y nuestros corazones para comprenderla y danos la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas. AMÉN.
1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
1 Los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharle. 2 Por esto los fariseos y los maestros de la Ley lo criticaban entre sí: “Este hombre da buena acogida a los pecadores y come con ellos.” 3 Entonces Jesús les dijo esta parábola: 4 “Si alguno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió hasta que la encuentra? 5 Y cuando la encuentra, se la carga muy feliz sobre los hombros, 6 y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido.” 7 Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse. 11 Jesús continuó: “Había un hombre que tenía dos hijos. 12 El menor dijo a su padre: “Dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y el padre repartió sus bienes entre los dos. 13 El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después se fue a un país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada. 14 Cuando ya había gastado todo, sobrevino en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. 15 Fue a buscar trabajo y se puso al servicio de un habitante del lugar, que lo envió a su campo a cuidar cerdos. 16 Hubiera deseado llenarse el estómago con las bellotas que daban a los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Finalmente recapacitó y se dijo: “¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! 18 Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: Padre, he pe cado contra Dios y contra ti. 19 Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus asalariados.” 20 Se levantó, pues, y se fue donde su padre. 20 Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó. 21 Entonces el hijo le habló: “Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” 22 Pero el padre dijo a sus servidores: “¡Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies. 23 Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado.” Y comenzaron la fiesta. 25 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el baile. 26 Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello. 27 Él le respondió: “Tú hermano ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo.” 28 El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle. 29 Pero él le contestó: “Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. 30 Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo.” 31 El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. 32 Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado. Palabra del Señor.
2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO.
• Al principio del relato, ¿Qué grupos se acercaban a Jesús para escucharlo?
• ¿Qué actitud descubres en el hijo menor y qué idea tiene del padre?
• ¿Qué actitud descubres en el hijo mayor y qué idea tiene del padre?
• ¿Qué nos impacta más en la actitud del Padre?
Una parábola para nuestros días
José Antonio Pagola
En ninguna otra parábola ha querido Jesús hacernos penetrar tan profundamente en el misterio de Dios y en el misterio de la condición humana. Ninguna otra es tan actual para nosotros como esta del “Padre bueno”.
El hijo menor dice a su padre: “dame la parte que me toca de la herencia”. Al reclamarla, está pidiendo de alguna manera la muerte de su padre. Quiere ser libre, romper ataduras. No será feliz hasta que su padre desaparezca. El padre accede a su deseo sin decir palabra: el hijo ha de elegir libremente su camino.
¿No es esta la situación actual? Muchos quieren hoy verse libres de Dios, ser felices sin la presencia de un Padre eterno en su horizonte. Dios ha de desaparecer de la sociedad y de las conciencias. Y, lo mismo que en la parábola, el Padre guarda silencio. Dios no coacciona a nadie.
El hijo se marcha a “un país lejano”. Necesita vivir en otro país, lejos de su padre y de su familia. El padre lo ve partir, pero no lo abandona; su corazón de padre lo acompaña; cada mañana lo estará esperando. La sociedad moderna se aleja más y más de Dios, de su autoridad, de su recuerdo… ¿No está Dios acompañándonos mientras lo vamos perdiendo de vista?
Pronto se instala el hijo en una “vida desordenada”. El término original no sugiere solo un desorden moral sino una existencia insana, desquiciada, caótica. Al poco tiempo, su aventura empieza a convertirse en drama. Sobreviene un “hambre terrible” y solo sobrevive cuidando cerdos como esclavo de un extraño. Sus palabras revelan su tragedia: “Yo aquí me muero de hambre”.
El vacío interior y el hambre de amor pueden ser los primeros signos de nuestra lejanía de Dios. No es fácil el camino de la libertad. ¿Qué nos falta? ¿Qué podría llenar nuestro corazón? Lo tenemos casi todo, ¿por qué sentimos tanta hambre?
El joven “entró dentro de sí mismo” y, ahondando en su propio vacío, recordó el rostro de su padre asociado a la abundancia de pan: en casa de mi padre “tienen pan” y aquí “yo me muero de hambre”. En su interior se despierta el deseo de una libertad nueva junto a su padre. Reconoce su error y toma una decisión: “Me pondré en camino y volveré a mi padre”.
¿Nos pondremos en camino hacia Dios nuestro Padre? Muchos lo harían si conocieran a ese Dios que, según la parábola de Jesús, “sale corriendo al encuentro de su hijo, se le echa al cuello y se pone a besarlo efusivamente”. Esos abrazos y besos hablan de su amor mejor que todos los libros de teología. Junto a él podríamos encontrar una libertad más digna y dichosa.
3) RELACIÓN CON NUESTRAS VIDAS.
• ¿Con quién te identificas más: con el "hermano mayor" o con el "hermano más joven"?
• ¿Juzgamos a los demás, o más bien, tratamos de transmitir sentimientos de misericordia y perdón, que reflejen la ternura de Dios?
• ¿Qué aprendemos del Padre en la parábola?
4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.
5) JUNTOS ORAMOS LA SIGUIENTE ORACIÓN Y REZAMOS EL PADRE NUESTRO.
Dios nuestro, lleno de entrañas de misericordia, dispuesto siempre a la acogida y al perdón, a pesar de nuestra ingratitud o infidelidad; danos imitarte en ese tu amor, enséñanos a tener un corazón sensible a las miserias, a la injusticia, al sufrimiento… un corazón compasivo como Tú tienes con nosotros. AMÉN.