16 de Octubre. Domingo 29 Tiempo Ordinario. Lc 18, 1-8
Oración
Señor Jesús, abre nuestros ojos y oídos a tu Palabra. Queremos leer y escuchar tu voz y meditar tus enseñanzas. Envía tu Espíritu Santo y despierta nuestra inteligencia, para que tu Palabra penetre nuestros corazones y podamos saborearla y comprenderla. Danos una gran fe en ti, para que tus palabras sean la luz que nos guíe por los caminos de la justicia y de la verdad. Habla, Señor, te escuchamos y deseamos poner en práctica tu Palabra. AMÉN.
1) PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
• Una persona proclama con solemnidad el texto Bíblico
• Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar
1 Jesús les mostró con un ejemplo que debían orar siempre, sin desanimarse jamás: 2.”En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaba la gente. 3. En la misma ciudad había también una viuda que acudía a él para decirle: Hazme justicia contra mi adversario. 4.Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, 5.pero esta viuda ya me molesta tanto que le voy a hacer justicia; de lo contrario acabará rompiéndome la cabeza.” 6. Y el Señor dijo: “¿Se han fijado en las palabras de este juez malo? 7. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos, si claman a él día y noche, mientras él deja que esperen? 8. Yo les aseguro que les hará justicia, y lo hará pronto. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?».
• Leer la palabra o frase que te ha llamado la atención
• Por qué esta palabra o frase me llama la atención.
2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO
• ¿Para qué contó Jesús esta parábola?
• ¿Qué tipo de persona era el juez?
• ¿Qué es lo que hace y dice la viuda?
• ¿Cuál fue la actitud del juez al principio? ¿Qué cambio se da en él y por qué cambió?
• ¿Cuál es la enseñanza l que hace Jesús en la parábola?
El clamor de los que sufren
José Antonio Pagola
La parábola de la viuda y el juez sin escrúpulos es, como tantos otros, un relato abierto que puede suscitar en los/as oyentes diferentes resonancias. Según Lucas, es una llamada a orar sin desanimarse, pero es también una invitación a confiar en que Dios hará justicia a quienes les gritan día y noche. ¿Qué resonancia puede tener hoy en nosotros este relato dramático que nos recuerda a tantas víctimas abandonadas injustamente a su suerte?
En la tradición bíblica la viuda es símbolo por excelencia de la persona que vive sola y desamparada. Esta mujer no tiene marido ni hijos que la defiendan. No cuenta con apoyos ni recomendaciones. Solo tiene adversarios que abusan de ella, y un juez sin religión ni conciencia al que no le importa el sufrimiento de nadie.
Lo que pide la mujer no es un capricho. Solo reclama justicia. Esta es su protesta repetida con firmeza ante el juez: “Hazme justicia”. Su petición es la de todos los oprimidos injustamente. Un grito que está en la línea de lo que decía Jesús a los suyos: “Buscad el reino de Dios y su justicia”.
Es cierto que Dios tiene la última palabra y hará justicia a quienes les gritan día y noche. Esta es la esperanza que ha encendido en nosotros Cristo, resucitado por el Padre de una muerte injusta. Pero, mientras llega esa hora, el clamor de quienes viven gritando sin que nadie escuche su grito, no cesa.
Para una gran mayoría de la humanidad la vida es una interminable noche de espera. Las religiones predican salvación. El cristianismo proclama la victoria del Amor de Dios encarnado en Jesús crucificado. Mientras tanto, millones de seres humanos solo experimentan la dureza de sus hermanos y el silencio de Dios. Y, muchas veces, somos los mismos creyentes quienes ocultamos su rostro de Padre velándolo con nuestro egoísmo religioso.
¿Por qué nuestra comunicación con Dios no nos hace escuchar por fin el clamor de los que sufren injustamente y nos gritan de mil formas: «Hacednos justicia»? Si, al orar, nos encontramos de verdad con Dios, ¿cómo no somos capaces de escuchar con más fuerza las exigencias de justicia que llegan hasta su corazón de Padre?
La parábola nos interpela a todos los creyentes. ¿Seguiremos alimentando nuestras devociones privadas olvidando a quienes viven sufriendo? ¿Continuaremos orando a Dios para ponerlo al servicio de nuestros intereses, sin que nos importen mucho las injusticias que hay en el mundo? ¿Y si orar fuese precisamente olvidarnos de nosotros y buscar con Dios un mundo más justo para todos?
3. RELACIÓN CON NUESTRA VIDA
• La viuda pudiera representar a personas sencillas del pueblo que, a pesar de su pequeñez, encuentran fuerza en su fe para defender sus derechos, Dar ejemplos.
• ¿Nosotros como estamos comprometidos en la búsqueda de la justicia?
4) OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.
5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD
• ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Padre de misericordia: confiamos a ti la esperanza y la resistencia de todas las personas que reclaman insistentemente una justicia que no saben de dónde les llegará. Danos fe y valor para resistir la tentación de la desesperanza para permanecer firmes junto a Ti. en la oración constante y en la construcción del Reino. AMÉN.