9 de Junio. Domingo 10 del Tiempo Ordinario. Mc 3, 20-35
Oración
Señor Jesús, Tú eres nuestro hermano y nos has hecho hijos del Padre por el bautismo, te pedimos que nos envíes tu Espíritu para que nos ayude a ser hermanos entre los hermanos y por medio de esta fraternidad, demos frutos abundantes, e iluminados por medio de tu Palabra, seamos capaces de propagarlo frente a los más necesitados. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. AMÉN.
1)PARA PERMANECER EN EL TEXTO.
• Una persona proclama con solemnidad el texto Bíblico
• Cada persona lee en silencio el texto bíblico para profundizar
Vuelto a casa, se juntó otra vez tanta gente que ni siquiera podían comer. 21 Al enterarse sus parientes de todo lo anterior, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: «Se ha vuelto loco.» 22 Mientras tanto, unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios.» 23 Jesús les pidió que se acercaran y empezó a enseñarles por medio de ejemplos: 24 «¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Si una nación está con luchas internas, esa nación no podrá mantenerse en pie. 25 Y si una familia está con divisiones internas, esa familia no podrá subsistir.
• Leer la palabra o frase que te ha llamado la atención
• Por qué esta palabra o frase me llama la atención.
2) PARA PROFUNDIZAR EL TEXTO
• ¿A dónde llegó Jesús y qué hicieron sus familiares?
• ¿Qué decían los escribas acerca de Jesús?
• ¿Qué les dijo acerca del que blasfeme contra el Espíritu Santo?
LA FUERZA SANADORA DEL ESPÍRITU
José Antonio Pagola
El hombre contemporáneo se está acostumbrando a vivir sin responder a la cuestión más vital de su vida: por qué y para qué vivir. Lo grave es que, cuando la persona pierde todo contacto con su propia interioridad y misterio, la vida cae en la trivialidad y el sinsentido.
Se vive entonces de impresiones, en la superficie de las cosas y de los acontecimientos, desarrollando sólo la apariencia de la vida. Probablemente, esta banalización de la vida es la raíz más importante de la increencia de no pocos.
Cuando el ser humano vive sin interioridad, pierde el respeto por la vida, por las personas y las cosas. Pero, sobre todo, se incapacita para «escuchar» el misterio que se encierra en lo más hondo de la existencia.
El hombre de hoy se resiste a la profundidad. No está dispuesto a cuidar su vida interior. Pero comienza a sentirse insatisfecho: intuye que necesita algo que la vida de cada día no le proporciona. En esa insatisfacción puede estar el comienzo de su salvación.
El gran teólogo Paul Tillich decía que sólo el Espíritu nos puede ayudar a descubrir de nuevo «el camino de lo profundo». Por el contrario, pecar contra ese Espíritu Santo sería «cargar con nuestro pecado para siempre».
El Espíritu puede despertar en nosotros el deseo de luchar por algo más noble y mejor que lo trivial de cada día. Puede darnos la audacia necesaria para iniciar un trabajo interior en nosotros.
El Espíritu puede hacer brotar una alegría diferente en nuestro corazón; puede vivificar nuestra vida envejecida; puede encender en nosotros el amor incluso hacia aquellos por los que no sentimos hoy el menor interés.
El Espíritu es «una fuerza que actúa en nosotros y que no es nuestra». Es el mismo Dios inspirando y transformando nuestras vidas. Nadie puede decir que no está habitado por ese Espíritu. Lo importante es no apagarlo, avivar su fuego, hacer que arda purificando y renovando nuestra vida. Tal vez, hemos de comenzar por invocar a Dios con el salmista: «No apartes de mí tu Espíritu».
3) RELACIÓN CON NUESTRA VIDA
• ¿Busco con sinceridad a Dios? ¿Cuándo no me salen las cosas como yo quiero, hablo mal de Dios?
• ¿Quiénes son las personas importantes para Jesús?
• ¿En qué cosas nosotros agradamos a Jesús?
4)OBSERVA EL DIBUJO CON ATENCIÓN Y MEDITA.
5) PARA COMPROMETERNOS CON LA REALIDAD
¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
Juntos oramos la siguiente oración y rezamos el Padre Nuestro.
Señor, gracias porque por habernos regalado una familia y porque estás en medio de nosotros. Por darnos alientos para seguir adelante. Por todos los regalos maravillosos que nos haces como el compartir con nuestros hermanos tu Palabra, por los momentos de integración en nuestras comunidades y el amor de nuestros hermanos. Por eso te damos gracias. Gracias Señor, gracias Señor. Amén.